En el Centro Cultural G. García Márquez

Tomado de libros y letras

Posted: 20 Mar 2012 09:25 PM PDT

Bogotá. Hoy, de 4:00 a 5:00 p.m.: Ciclo: El alma de México, en el auditorio Porfirio Barba Jacob. “Herencia viviente” de Héctor Taponar. Realizado por Conaculta, producido por Héctor Tajonar, Educal y Televisa, con textos escritos por Héctor Tajonar, José Antonio Nava, Justo Fernández y Carlos Monsiváis. Compuesto por una serie de imágenes de enorme valor estético, cada uno de los documentales constituyen un ambicioso acercamiento al arte, la historia y la cultura de México. Narración a cargo de Carlos Fuentes, productor del documental. Con el apoyo de la Embajada de México en Colombia. 

 

Actividades con escritores. ¿De qué hablamos cuando hablamos con Roberto Burgos Cantor? Hoy de 6:00 a 7:00 p.m. en la librería del FCE. El escritor colombiano Miguel Ángel Manrique, ganador del Premio Nacional de Novela del Ministerio de Cultura 2008, conversará con el escritor Roberto Burgos Cantor, autor de la novela La ceiba de la memoria, sobre el oficio de ser escritor. 

 

Mañana, de 4:00 a 5:30 p.m., Ciclo de cine con la Alianza Francesa, en el Auditorio Porfirio Barba Jacob. “Tambores sobre el dique” de Ariane Mnouchkine. Basada en una antigua pieza para marionetas interpretada por actores, la obra se desarrolla en las prósperas tierras del Señor Khang. Allí, las fuerzas naturales se aprestan para una gran inundación. El dique que protege la aldea deviene así en el foco de la especulación y las fuerzas del poder. 

 

Viernes, de 5:00 a 6:00 p.m. Conversaciones. Homenaje a Luis Alberto Spinetta: la poesía y su música, en la librería del FCE. El pasado 8 de Febrero, el mundo del rock perdió a Luis Alberto Spinetta, uno de los más grandes músicos de la generación pionera del rock en español. Simbolizó en una misma persona la profundidad de la poesía, música avanzada, visionaria y no comercial, representante de la contracultura en su país. Fue modelo de una sensibilidad única y perdurable, tanto en agrupaciones como Almendra, Pescado Rabioso, Invisible y Spinetta- Jade. Como solista, se erigió como un el músico más influyente del rock en español. Conversación a cargo de Federico Díaz Granados y Eduardo Arias, escritores y especialistas en rock argentino.

 

 

 

PLUMAS Y LIBROS

    Posted by Libros y Letras on viernes, abril 13, 2012

Acerca de la obra literaria de José Oscar Fajardo

 

Por: Jesús María Stapper

 

Sin que recuerde nombre alguno, leí o escuché alguna vez a un escritor (o conferenciante) que dijo o escribió: “Yo soy responsable de lo que escribo, usted es responsable de lo que lee”. En la lectura individual, cada lector busca la manera particular de “matar sus propias pulgas” porque, si bien, hay escritores para todo, también es cierto, que existen lectores para todo. Clasificar y des-clasificar escritores es un compromiso demasiado serio, tan serio que se torna como una imposible tarea, como si a destajo, uno también tuviera la “potestad sagrada” de clasificar y des-clasificar lectores… La literatura no es una cuestión hecha para la voz de predicadores convertidos en jueces baratos, con virtudes de dioses, que a vuela pluma, unas veces nos mandan para el cielo, y en la mayoría de los casos, nos envían directo a los avernos. Sería, en todo caso, una recurrencia de tiempo perdido. Toda comparación, por antonomasia, resulta odiosa, quizás mezquina, máxime en literatura, puesto que en ‘estas lides’, existen los amautas, existen los profanos (tanto para escribir como para leer). Algunos lectores profanos son legos desde la A hasta la Z (…salvo algunos presidentes). Entonces deduzco a priori que todo lo escrito (bien o mal, regular o excelente, con contenido o sin él) se convierte en ambrosía para un público lector determinado. Por ende, en la medida de los acontecimientos, cada escritor tiene su propia fanaticada, y unos lo censuran, y lo reprueban (algunos con deslealtad, otros con calidad). Otros lo elogian y en estas apologías se encuentra el concepto honrado (oteado con rigurosidad desde la preceptiva, la semiótica, la lingüística, la literatura… los ethos), y otros lo hacen desde los “ademanes socarrones” que son hablados desde las tarimas que “ventilan olor a manzanilla” tinturada con cierta esquizofrenia traicionera… y los otros (pobres lectores) lo hacen desde el ‘no entendimiento’… y todo lo escrito les “parece bueno”… como ‘las novias de los soldados aquellos’ que acuden a los encuentros en los parques de suburbio y “se emocionan con cualquier cosa”, hasta con un detalle de viento raspado.

 

Y yo que navego a diario por tantas rutas literarias, algunas apacibles, otras intrincadas, otras de asombro, otras aburridas, me encuentro cualquier día, con un “atisbo extraño” expuesto a la vera del camino, es decir, me topé de frente con la obra literaria de José Oscar Fajardo, un hombre menudo con retozos suficientes a bordo de su espíritu inquieto. Me habló con sus particulares ademanes y en sus gestos me enseñó lo profundo santandereano que radica en él, sentimiento que le es más grande, tal vez, que su alma andariega, bonachona y esquiva. Creo que es hiperactivo (palabra de moda en un mundo intransigente) en su forma de ser, creo que es hiperactivo en sus búsquedas. La primera impresión que me deja este encuentro, a través del lenguaje escueto de sus novelas, es que es escritor porque le da la gana, y que escribe con su “presunta” propia voz, porque le da la gana. De alguna manera lo que escribe tiene la presencia de su rostro batallador… y también contiene las entrañas vívidas de su pueblo. Su pueblo de centro y su pueblo de suburbio, sea citadino o rural. Sé que es mucho lo que quiere decir… y lo dice a su manera, tan directo y tan franco como puede. Quizás anuncia su nuevo adagio: yo soy yo, y eso es suficiente. La inocencia es la inocencia y la picardía es la picardía, sin términos medios, sin intermediarios, sin indulgencias. Su decir se ampara en lo “regional” como si hiciera la descripción real, anhelada, soñada, de sí mismo y de sus entornos naturales, fantasmagóricos o imaginarios.

 

De manera sorpresiva, atrapé entre las v-s de mis dedos, dos novelas, intituladas: Yo el narcotraficante (como si fuere el breviario de una persona que se auto-describe a través de otro… de un personaje infame y maldito que tiene pistolas de oro, guardaespaldas con cara marcada por las balas que pasan de largo, dinero amontonado en armazones de madera o cavas entradas en desuso por ausencia de vino, amantes al por mayor –putas de gran estrato y reconocido prestigio-, caviar y langostas y buñuelos, y todo… todo lo deseado: posible), y la otra –no muy diferente de la anterior en lo sugestivo- El mentiroso más elegante de este país. En estas obras la picardía es excelsa… tiene status y pedestal y obtiene fabulosos resultados, buenos dividendos dirán los economistas –billete oscuro al por montón-. Billete oscuro que sirve para todo hasta para satisfacer las más cruentas e infernales pasiones… porque aquí decir de lo pecaminoso nada más, es manifestar la consecuencia innocua de un hecho leve con instintos de algo santurrón y transitorio. La verdad hay que cantarla, sea como fuere… hasta cuando torturan allá, en donde sabemos, al narcotraficante o al estafador capturado (convertido en soplón {sapo}) y se sobre entiende que los agentes aspiran a guardar entre las celdas de la penitenciaria a todos los miembros de la banda, o al jefe (o jefes) supremo-s, sean gánster-s o sean timador-es. Con esta misma fortaleza en forma, lenguaje y contenido, canta sus historias de novela, el escritor José Oscar, oriundo de Barbosa –Santander-.

 

La obra escrita de Oscar Fajardo es una manifestación de ironía, fina no (por decisión), certera sí (por convicción). Sabemos que es un intelectual dada su condición de ingeniero químico y de comunicador social –periodista-. Tal vez por su vocación de investigador y cronista, todos los argumentos de su narrativa escrita con “talante vernáculo”, son sustraídos de la cruda realidad. La gracia de su leyenda se encuentra en la forma contundente de su narrativa, descrita sin sospechosos imaginarios pero concentrada de magia quizás descriptiva, quizás visual, quizás humana (humanizada con los costales llenos de defectos y esperanzas del hombre que la circunda). La “sospecha inicial” es que se trata de una literatura costumbrista, pero no es así. Se sospecha también que es una literatura primitivista, pero no es así. Por momentos encuentra uno en ella, rasgos intelectuales de vasto andar y profundo contenido, desde luego, con una constante de sátira aplicada. Por momentos tiene acendro y vuelos universales que justifican los vastos conocimientos del autor. Con carácter de insinuación, ubico la palabra creativa de Fajardo dentro de lo que me permito llamar con cierta irreverencia, “Literatura de lo Común” que no es común ni fácil de escribir.

 

Desde una ilusión óptica, en imaginario vuelo, percibo a través de la lectura de las novelas de Oscar Fajardo, que estoy hablando con un hombre español de antigua data, hecho de pura cepa, nacido en cualquier lugar de la Vieja Patria. Percibo que es un hombre que va por la vereda o por las calles de un pueblo sea vasco, andaluz, catalán, canario, gallego, y ¡…! Y como un pregonero “popular” no distante de la “masa racional” que le circunda, grita y grita sin parar. Habla sin cortapisas, con su ronquido “vox pópuli”, con su voz sincera sin moralidades adjuntas ni inculcadas, sin dobleces en el sentimiento, sin falsas apariencias, sin instintos de santidad. Habla con el lenguaje diario de la ‘tribu española’. En sus andanzas, vistas desde lo popular de los escenarios (escenarios de bajo mundo, no inframundos, claro está), me recuerda la suma prestancia rural y ‘urbana’ del señor Don Quijote. Me acuerdo también, “por intermediación literaria del narrador de Barbosa”, del legendario jumento de Sancho, que cuando se miro al espejo y vio sus orejas tan largas y peludas, se reconoció como un asno, pero más adelante cuando se civilizó por completo, supo que se llamaba burro. ¡Soy un burro porque me llamo burro! Y con su dejo de tristeza y bostezo en el rebuzno manifestó: Y yo que soy un burro… muy burro qué le voy a “facer”. Oscar el escritor santandereano nació no para “desfacer entuertos” como lo “supo hacer” El Quijote, sino para narrarlos a su manera.

 

La palabra de Fajardo es “sumamente peligrosa” pues quien decida leer uno de sus libros corre el inminente peligro de desternillarse de la risa. Creo que será siempre el mismo escritor, porque de no serlo, anularía su razón de ser literaria. Sospechas tengo que sus obras futuras tendrán la misma gracia, el mismo encanto, la misma verdad, la misma vaina. Su palabra fuerte le tocó a usted narrarla porque o si no ¿quién más? Sé que si nadie lo entiende, ni siquiera en su casa, lo entenderá su fanaticada ávida de realidades, verdades, mentiras, sospechas, sátiras, picardías y risas al por mayor. Por ahora, nos aprestamos a recibir, la obra literaria, que de su escribir, viene. Y llegará con sus universos de realidad y fantasía… porque la realidad también tiene arterias de ficción… y cuando le da la gana, son febriles.

 

Tomado de libros y letras

Ultima actualización 04-13-2012

 

Por: Ileana Bolívar/ Periodismo Sin Afán/ Bogotá. Considerado la Suiza de América, no sólo porque en todo su territorio se respira un ambiente de paz, tranquilidad y seguridad, sino porque ha logrado alcanzar altos niveles de bienestar, Uruguay hoy se ubica entre uno de los destinos turísticos más importantes y atractivos de la región.

 

Gracias a su campaña “Uruguay Natural” que pretende promocionar el turismo, ligado a los conceptos de cercanía, confianza y diversidad también ha venido fortaleciendo su cultura. En este sentido, desde el Ministerio de Turismo y Deporte, se han preocupado por abrir la ventana a la infinidad de posibilidades que poseen en este escenario.

 

El país del Sur lo tiene todo: El candombe y el tango, el carnaval uruguayo, el deporte, el fútbol, la literatura, la gastronomía, su geografía, su gente y los importantes lugares como Colonia de Sacramento, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad han consolidado el interés de propios y extraños por Uruguay.

 

La labor de la difusión cultural, encabezada por Ministerio de Turismo y Deporte, está enfocada a involucrarla en la actividad turística, la cual se ve reflejada en el saber del arte y la tradición uruguaya por parte del turista.

 

Libros & Letras y Periodismo Sin Afán dialogó con Doris Rodríguez, Asesora de Producto Cultural, desde Uruguay para conocer más de cerca los aportes culturales en materia de difusión

¿Cómo han logrado penetrar lo cultural en los productos turísticos del país?

- Nosotros lo estamos haciendo en conjunto con el Ministerio de Educación y Cultura que es, justamente, el que tiene la competencia en la divulgación de la cultura de nuestro país. Hemos conformado diferentes comisiones como, por ejemplo, la Comisión Nacional del Bicentenario con la cual estamos generando alianzas estratégicas. Igualmente estamos trabajando en un taller de museología, así se crea por primera vez una carrera de museología que no existía. Eso se debe a que el Ministerio de Turismo, dada la necesidad que tienen los museos de estar profesionalizados en la atención al cliente, ha hecho que el Ministerio de Educación y Cultura se sumara a nuestras necesidades y, en conjunto, con humanidades y ciencias hemos generado este proyecto. Esta es, por ejemplo, una de las acciones más importantes que se han realizado. Por otro lado, en las ferias turísticas incorporamos a la materia turística la cultural, ya que esto nos permite difundir doblemente nuestra actividad.

En términos de cifras, ¿qué tanto les representa el turismo cultural?

- En realidad, si vemos el anuario del Ministerio de Turismo no está diferenciado lo que es la cultura. Tenemos turistas por nacionalidad o por actividades que desarrollan. La cifra de lo cultural está como un ítem integrado en actividades de ocio y entrenamiento, de acuerdo a la evaluación estadística que hace el Ministerio. Lo que vemos es que hay más turistas que no solo vienen al Uruguay por el sol y la playa, sino por el producto cultural. Sin embargo, nos falta fortalecer la divulgación de lo que tiene Uruguay culturalmente. Quizá, hay desconocimiento por parte del turista extranjero, que tiene más cercanía del producto del sol y playa y no de lo cultural. Por ello, estamos desde el Ministerio tratando de impulsar el conocimiento de la información de los productos culturales que tiene nuestro país.

 

- Entonces ¿Cuáles son las fortalezas del turismo cultural?

- Dentro del producto cultural y sus destinos turísticos que nosotros enmarcamos los tenemos, muy fuerte, en Montevideo. Desde luego, el turista que ingrese por Montevideo y, después, pueda ir a Colonia de Sacramento, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, entre otros departamentos podrá darse cuenta de nuestra arraigo cultural. Nosotros estamos haciendo difusión en nuestra página web y en el canal.tv (que se difunde por Internet).

Fútbol y cultura, ¿Cuáles son las acciones que tomarán a llevarse a cabo el Mundial de fútbol en Brasil?

- El deporte es una cultura y estamos hablando del producto cultural en un sentido genérico y amplio, por lo tanto, el deporte lo estamos incluyendo en la cultura. Nos estamos preparando no solo en este sentido, sino en cómo atender al turista, los servicios que tenemos que brindar porque, por suerte, Uruguay está teniendo un crecimiento de turistas importante y tenemos que prepararnos en el mundial, época en que se va a duplicar o triplicar la cantidad de turistas

Existe buena inversión del Gobierno en lo cultural?

- Yo estoy integrando la comisión del CONAEF del Ministerio de Cultura. Allí hay unos fondos para proyectos, netamente, culturales, ahí no entra la materia turística. Entonces hay dos fondos: el CONAEF (de financiación) y el otro que es un fondo concursable. Esto ha favorecido el nivel de los actores culturales, los ha hecho unir y formarse en grupos para presentar proyectos, lo que ha mejorado el nivel del producto cultural de Uruguay.

 

 

 

 

DE QUE SIRVE HOY LA POESIA

Por Rodolfo Alonso/Poeta Argentino/

Tomado de Confabulación.

Si la poesía tiene todavía algún sentido, en estos tiempos de miseria, es cuando continúa encarnando, a pesar de todo, aquello a lo que Wallace Stevens aludió tan cabalmente en sus Adagia: “la dicha del lenguaje”. La sociedad de consumo, la sociedad del espectáculo, nos han embebido en su atmósfera estridente y demagógicamente chata, falsa en el doble sentido de imitadora y deshonesta, que se ha convertido en el aire que respiramos, en una seudocultura populista y no popular producida seductoramente por los grandes medios masivos de incomunicación. Con sus efectos deletéreos sobre la espontaneidad creadora de la gente, inclusive del lenguaje, especialmente del lenguaje.

 

La cuestión es que si decae el lenguaje humano, decae la condición humana. Porque no usamos el lenguaje, insisto, somos lenguaje. Y cuanto menos lenguaje somos, somos menos humanos, menos hombre. Hemos vivido acaso sin percibirlo una mutación, y ahora estamos inmersos no sólo en una civilización cuyo centro ya no es el lenguaje sino que incluso ataca las fuentes del lenguaje. La crisis actual de la poesía no es entonces quizá tan sólo la de un mero género literario sino que, algo muchísimo peor, es la manifestación máxima de una carencia muy profunda en cuanto a la espontánea capacidad creadora de lenguaje por parte de los hombres.

 

Cada vez que hubo una gran poesía, por alquitarada y elitista que pareciera, siempre estuvo secretamente ligada, aunque fuera por oscuros meandros, con una lengua viva realmente hablada por un pueblo, por una comunidad. Ante la amenazante posibilidad de extinción de la gran literatura, ¿cada uno de nosotros debería, como ya lo anticipó Ray Bradbury en su Fahrenheit 451, esconderse para preservar vivo, aprendido de memoria, el texto de un bello libro? ¿O será suficiente seguir intentando el poema? Porque “la palabra no sería deliciosa si no significase una calidad”, ¿no es cierto, Gabriel Miró? Y el hombre que labra amorosamente el lenguaje que es a la vez suyo y general, íntimamente propio y al mismo tiempo de la especie, el solitario que cumple después de todo la más significativa y necesaria función social, pudo ser nítidamente percibido por Michel Butor, ya a comienzos de la década de los sesenta: “El poeta es aquel que tiene conciencia de que la lengua, y con ella todas las cosas humanas, está en peligro.” Me parece sin duda evidente que la comprensible y valerosa reacción mundial de los ecologistas (a la cual hemos visto sumarse en su momento a tantos partidarios de la paz) ha logrado, hoy, llamar la atención sobre las consecuencias deletéreas que la adicción suicida por el poder global y la riqueza obscena ha tenido sobre la calidad de la vida humana y de la vida sin más en nuestro planeta, poniendo el acento sobre los daños geográficos, ambientales, concretos y visibles. Pero me temo que todavía no se ha percibido la enormidad del daño psíquico, cultural, estético y esencialmente humano que hemos sufrido para adaptarnos a esta maquinaria que ha enloquecido, cuyo único y delirante objetivo es hacer más dinero del dinero, hasta el infinito. Y que, en consecuencia, sería necesaria también una lucha ecológica a favor de la condición humana, de la calidad humana de la vida humana. Sin abandonar en absoluto lo otro, por supuesto. Hay un agujero de ozono pero también un abismo (si es que no un cáncer) en el espíritu. Como casi todas las cosas del planeta, la poesía ha sido hoy completamente desacralizada. Y si tal pudo ser acaso el objetivo de las vanguardias de comienzos del siglo XX, seguramente no lo fue en el sentido actual. No creo por ejemplo que la fuente-mingitorio de Duchamp tenga la misma longitud de onda y la misma orientación de sentido que tantas “instalaciones” en frío y tanto supuesto “arte conceptual” hoy extrañamente asumido como neo-academicismo, casi siempre de carácter oficial y con patrocinadores multinacionales que nada tienen que ver, ciertamente, por ejemplo con gente como Lorenzo de Medicis. Después de todo, ya en el siglo XVI, Francis Bacon podía decir que “La verdad surge más fácilmente del error que de la confusión”. Y sobre todo del error que es errar, errante. En lo profundo, en lo visceral, cuando nos quedamos a solas y se acallan los ruidos y se apagan las luminarias, Rimbaud sigue en cuestión, y cuestionándonos. Y para concluir, al menos por ahora, enfrentemos nuevamente aquella misma consabida pregunta, de una inocencia demoledora, que alguna vez me planteó en público un colega venezolano: “En la época que vivimos, ¿qué misión le asigna usted al poeta?”. ¿Cómo evitarse decir que quisiéramos que el poeta fuera capaz con su trabajo a la vez de realizarse como persona y de ayudar a todos sus hermanos, de enunciar la palabra necesaria, imprescindible y única, la palabra a la vez tan íntima y secreta, húmeda todavía del silencio de los orígenes, emergiendo en una orilla virgen del universo, y a la vez general, compartida, fraterna, solidaria, no tan sólo ofrecida sino también aceptada por los otros, que entonces la harían suya y le darían destino, aunque ese destino fuera el no poco glorioso de volverse saludablemente anónima, ya sin autor ni tiempo, encarnada en el fluir mismo de la vida y de lo humano? Ni traicionarse, pues, ni traicionar a los otros; y además, no traicionar la propia lengua, el propio idioma, el sonido que uno ha venido a traer al mundo. Y siendo uno ser la especie, tan bellamente bárbara e intuitiva como trágicamente condicionada por las culturas que se ha hecho o le han impuesto. Y ser la esperanza de un mañana mejor, la luz de la utopía sin la cual no merece la pena vivir. Y ser también, al mismo tiempo, la conciencia de nuestra irrisoria pero desmedida condición. Lo que somos, lo que podríamos ser, quizá lo que seremos. Pero bien sabemos que, por ahora, la única gloria honestamente deseable ya no es siquiera ni la de vivir en el corazón de los otros, de algún otro, sino más humilde y sabiamente el honor y el placer, la angustia y la ansiedad de haber escrito, de haber sido capaz del poema, que por nosotros circuló y ahora está vivo, fragante y tibio, latente carne de lenguaje, recién amanecido, temblorosamente inclinado, tendido, hacia los otros, hipócritas o no, semejantes, hermanos.

 

 

 

¡OH TIEMPO MARAVILLOSO!

 

!Oh tiempo maravilloso

Tú que me distes la soledad:

tú que llegastes a mí

como llega la gota al río,

como llega el tibio rumor

de las hojas débiles

a los tristes ranchos de la tierra.

Oh tiempo maravilloso!

Tú que me has hecho reír y llorar

te presentas con tus ojos

como queriendo decir

estoy en tí

como tambien penetras en mí, levemente

tiernamente, tímidamente,lejanamente.

Oh tiempo maravilloso!

Tu forma que has cambiado por tu nombre

está aquí conmigo,está contigo

He querido encontrarte

y solo la sombra del cuerpo

es lo que siento:quisiera abrazarte,

y solo llega

el leve murmullo de tu canto;

Aquí, junto al álamo, te he esperado

con la sonrisa de la natura forma

aquí donde los débiles son pastos,

apenas asoman sus manos a las mías.

Oh tiempo maravilloso!

Yo que te ví de niño,

hoy te siento con estatura de universo

en mí, tú mueres  lentamente

mueres con el dolor

de haberme hecho víctima del frío

mueres con la palidez del sórdido barrio

que llevo en mis espaldas

No quisieras que fueras a callar

porque apenas he comenzado hablarte,

he comenzado a mover tus fibras,

a sentir tu aliento.

Ohtiempo maravilloso!

Han pasado los años

como pasa el tiempo sobre el tiempo

Ahora te estoy viendo

Tu figura es un ramal carcomido

un cuerpo ya sin vida

Aquí deliro por tí

y por lo que vendrá

Quisiera volver a regresar, pero no puedo

Oh maravilloso tiempo!

 

                     Alberto Cuadra M

 

¡ Nuestro Sur!
 
Posted: 22 Apr 2012 03:00 PM PDT
 
TOMADO DE LIBROS & LETRAS
 
Polo Montañez
 
 
 
 
 
Fernando Borrego Linares, más conocido como Polo Montañez, nació en El Brujito, provincia Pinar del Río, Cuba, el 5 de Junio de 1955 y falleció en La Habana, 26 de Noviembre del 2002, fue un sonero cubano. Desde pequeño su afición por la música lo atrapa y toca la tumbadora a la edad de 7 años, luego tocó la guitarra y cantaba junto a su padre en algunas fiestas de familia. Es de origen humilde, carbonero. Fue un cantante muy popular con una historia de leyenda y una carrera profesional corta e intensa.
 
 
 
Vivió en la Cañada del Infierno, Casa Blanca, Finca del Cusco y, en el año 1972 ocupó una de las viviendas en la comunidad Las Terrazas. Polo se subía en un cajón y tocaba la tumbadora que no era más que un tronco de aguacate pulido con cuero de panza de vaca; pronto comenzó a cantar y a tocar guitarra convirtiéndose en el líder del grupo.
 
 
 
…“Polo compone mientras camina o monta un tractor, mientras nada, bajo la lluvia, el sol o la luna, cuando siembra la tierra... y hasta durmiendo” tomado del cuadernillo de su primer disco.
 
 
 
Empieza a dirigir un grupo que toca en algunos lugares turísticos de La Cordillera de los Órganos. Compuso su primera canción en 1973, a la que tituló “Este tiempo feliz”, después siguió creando, pero guardaba sus números en una gaveta porque no los consideraba de valor. Componía con una mezcla de géneros, tomando de referencia los ritmos que iba conociendo, así fue formando un estilo propio con temas sobre sucesos personales o ajenos impregnados de elementos campesinos: La yunta de buey, el olor del carbón, el aroma del batey. A la edad de 44 años contaba con más de 70 canciones de autoría personal escritas de forma autodidacta, pues no tiene ninguna formación profesional ni conocimientos musicales que no sean los que aprendió de escuchar los sonidos del monte.
 
 
 
Su voz y letra le dieron la oportunidad de conocer gente, viajar, cantar. Su primer disco fue conocido en Colombia donde conquistó un disco de Platino y otro de Oro. Luego triunfó en toda Cuba, su música fue del agrado de los niños, jóvenes y adultos, siguiendo con su formación autodidacta, pues nunca llegó a estudiar música.
 
 
 
En el año 2002 dio un concierto magistral en la Ciudad de Holguín, en la parte moderna de la Ciudad, acudiendo más personas de las que los organizadores pensaron jamás. Al fundarse el Complejo Las Terrazas, Polo y su grupo comenzaron a actuar en las diferentes instalaciones turísticas del lugar, entre ellas el Hotel Moka, Rancho Curujey y el Cafetal Buenavista. En ese quehacer, lo conoció el propietario de una disquera y le propuso un contrato para grabar varios discos. De ahí nació el CD Guajiro Natural del cual se vendieron en Colombia más de 40,000 copias para obtener los Discos de Oro y Platino y ser reconocido como el artista internacional más escuchado. En Cuba, la popularidad de Polo creció como la espuma. Las cifras de espectadores a sus conciertos rompieron todas las expectativas. Visitó cinco veces Colombia, en dos oportunidades, Francia; también estuvo en Portugal, Bélgica, Holanda, Italia, México, Ecuador, Costa Rica. Compatió con artistas como Rubén Blades, Andy Montañez, Margarita Francisco, César Évora, Cándido Fabré, Francisco Repilado (Compay Segundo), Eliades Ochoa, Adalberto Álvarez, Danny Rivera, Gilberto Santa Rosa y otros.

 

 

 

 

Cuadra Mejía, Alberto.ENTRE EL BARRO Y LA ARENA. Poemario. Segunda Edición. Editorial Pip. Hialeah, Florida. Diciembre. 1999.  50 páginas.

 

Por Horacio Peña:  Nicaragüense. Poeta, narrador y crítico literario y de arte.

Huston-Tillotson College

Austin, Texas

He aquí los temas que dan vida a este poemario de Alberto Cuadra Mejía:  la presencia de la noche, lo social, lo político y ciertos temas intimistas de carácter espiritual, todos ellos cargados de imágenes que parecieran salir de los sueños o del ensueño.

Lo nocturno hunde sus raíces en un paisaje anímico, interior, y un paisaje urbano:

Cortina gris

de la aurora

que deja

sorda raíz

de la amarga agonía

(“Amanecer en Miami”, p. 44)

 

Ese mundo nocturnal está poblado por la noche, lo oscuro, lo gris, la sombra.  Y de pronto, otro mundo, un mundo fantasmagórico donde:

No hay luz

ni oscuridad

(“Eternamente”, p.  42 )

 

Un mundo casi imposible de imaginar o de ser concebido, sin luz ni oscuridad, que equivale a decir la ausencia del bien y del mal o,  como se dice en el Apocalipsis, sin frío ni calor.

La noche origina el miedo, el terror.  Se vive al “Filo de la noche”,  donde todo es posible. Una noche donde el símbolo de la redención ha sido falsificado por el comercio:

En tus pasos negros

cruces invertidas

en los escaparates

( p.  16 )

Esta noche de Entre el barro y la arena invade y permea todo, es omnipresente:

 

Hay noches que tienen

cadenas de crimen

(“En Miami”,  p.  39 )

 

Incluso el agua, límpida y transparente, es enturbiada por las sombras:

 

Esas sombras

que nos invaden

con el brillante

ocre oscuro del agua

(“Estacionados en la noche”,   p. 23 )

En algún momento, esa noche entra en lucha con el espíritu combativo de la esperanza, y Alberto Cuadra Mejía nos insinúa una puerta, una salida:

Una leve brisa de la noche

envolvió la corteza de esperanza.

(“Masa de la noche”,  p.  1 )

 

La voz de Cuadra Mejía se alza contra los dictadores, los que escriben pactos a espaldas del pueblo, después de que el pueblo ha sido masacrado.  Por todos estos crímenes el poeta levanta la voz para reclamar justicia y quiere:

……..escribir

un poema con sangre

(“Masacre”,  p. 3 )

Una historia que está siempre presente, que no se olvida.  Una historia patria, la de Nicaragua, la de Centroamérica, la de Latinoamérica, en general, con sus tiranos y policía secreta, con sus desaparecidos:

Las dictaduras

son rostros

tenebrosos

(“Otros rostros”,  p. 49 )

 

Un pueblo mártir.  En ciertos momentos, el terror que infunde la dictadura pareciera haber silenciado a este pueblo, haberlo reducido a una desesperada y muda aceptación.  Nada se puede cambiar:

Todo se ha perdido

en la niebla del miedo.

(“Prisionero”,  p.  9 )

 

El pueblo, paralizado por el miedo, presencia el desfile de sus muertos, oye la noticia de sus muertos, entierra a sus muertos en el silencio y en el miedo, pero llega a un punto en que el pueblo se levanta en armas contra la vieja tiranía y contra la nueva tiranía:

y empuñarían de nuevo

sus fusiles

contra las mismas caras

y los mismos rostros

de ese pasado tétrico.

(“Los mártires”,  p.  35 )

El obrero, la clase marginada, es defendida por esa palabra del poeta,  quien se identifica y se convierte en el hermano de todos aquéllos que sufren el azote de la persecusión, con aquéllos que se encuentran confinados en los hospitales. El poeta se hace uno con el padre que ve asesinado a su hijo y a su esposa, con el anciano enfermo, que muere desposeído y sin nadie, con el obrero explotado:

Se brotó de arrugas

y debilitado

por la espesa niebla

del trabajo

cerró los ojos.

(“Vejez”,  p.  46 )

Otro aspecto de esta poesía es el intimismo, un intimismo y espiritualismo algunas veces alucinante:

Casi lo he sentido

por el polvo rugiente

de los vientos.

(“Terror”,  p.  4 )

 

El frío, el viento, arrasan este paisaje espiritual.  Vemos la soledad, sentimos el silencio, tocamos la tristeza.  Nos encontramos con la muerte:

y como cristales

que caen

anunciando la muerte.

(“Rostros”,  p.  41 )

 

A pesar de estas imágenes de un eterno invierno espectral,  nos hallamos ante esa imagen de la fuente que nos infunde optimismo cuando sentimos aproximarse a ese caminante que hace brotar el agua:

Vendrás con la espada

caminante

y se abrirán las fuentes

(“En el día de los lirios”,  p. 8 )

 

Y oímos esas voces que se unen y se llaman:

 

se alzan en forma de espuma

y rompen con el misterio

gigantesco del mar

( “Y esas voces“, p. 32 )

 

No, no todo es noche en la poesía de Alberto Cuadra Mejía:  de las tineblas emerge la luminosidad de un nuevo día.

 

 

Horacio Peña:  4609 Molera Drive

Austin, Texas 78749

 

 

 

Cuadra Mejía, Alberto.ENTRE EL BARRO Y LA ARENA. Poemario. Segunda Edición. Editorial Pip. Hialeah, Florida. Diciembre. 1999.  50 páginas.

 

Por Horacio Peña:  Nicaragüense. Poeta, narrador y crítico literario y de arte.

Huston-Tillotson College

Austin, Texas

He aquí los temas que dan vida a este poemario de Alberto Cuadra Mejía:  la presencia de la noche, lo social, lo político y ciertos temas intimistas de carácter espiritual, todos ellos cargados de imágenes que parecieran salir de los sueños o del ensueño.

Lo nocturno hunde sus raíces en un paisaje anímico, interior, y un paisaje urbano:

Cortina gris

de la aurora

que deja

sorda raíz

de la amarga agonía

(“Amanecer en Miami”, p. 44)

 

Ese mundo nocturnal está poblado por la noche, lo oscuro, lo gris, la sombra.  Y de pronto, otro mundo, un mundo fantasmagórico donde:

No hay luz

ni oscuridad

(“Eternamente”, p.  42 )

 

Un mundo casi imposible de imaginar o de ser concebido, sin luz ni oscuridad, que equivale a decir la ausencia del bien y del mal o,  como se dice en el Apocalipsis, sin frío ni calor.

La noche origina el miedo, el terror.  Se vive al “Filo de la noche”,  donde todo es posible. Una noche donde el símbolo de la redención ha sido falsificado por el comercio:

En tus pasos negros

cruces invertidas

en los escaparates

( p.  16 )

Esta noche de Entre el barro y la arena invade y permea todo, es omnipresente:

 

Hay noches que tienen

cadenas de crimen

(“En Miami”,  p.  39 )

 

Incluso el agua, límpida y transparente, es enturbiada por las sombras:

 

Esas sombras

que nos invaden

con el brillante

ocre oscuro del agua

(“Estacionados en la noche”,   p. 23 )

En algún momento, esa noche entra en lucha con el espíritu combativo de la esperanza, y Alberto Cuadra Mejía nos insinúa una puerta, una salida:

Una leve brisa de la noche

envolvió la corteza de esperanza.

(“Masa de la noche”,  p.  1 )

 

La voz de Cuadra Mejía se alza contra los dictadores, los que escriben pactos a espaldas del pueblo, después de que el pueblo ha sido masacrado.  Por todos estos crímenes el poeta levanta la voz para reclamar justicia y quiere:

……..escribir

un poema con sangre

(“Masacre”,  p. 3 )

Una historia que está siempre presente, que no se olvida.  Una historia patria, la de Nicaragua, la de Centroamérica, la de Latinoamérica, en general, con sus tiranos y policía secreta, con sus desaparecidos:

Las dictaduras

son rostros

tenebrosos

(“Otros rostros”,  p. 49 )

 

Un pueblo mártir.  En ciertos momentos, el terror que infunde la dictadura pareciera haber silenciado a este pueblo, haberlo reducido a una desesperada y muda aceptación.  Nada se puede cambiar:

Todo se ha perdido

en la niebla del miedo.

(“Prisionero”,  p.  9 )

 

El pueblo, paralizado por el miedo, presencia el desfile de sus muertos, oye la noticia de sus muertos, entierra a sus muertos en el silencio y en el miedo, pero llega a un punto en que el pueblo se levanta en armas contra la vieja tiranía y contra la nueva tiranía:

y empuñarían de nuevo

sus fusiles

contra las mismas caras

y los mismos rostros

de ese pasado tétrico.

(“Los mártires”,  p.  35 )

El obrero, la clase marginada, es defendida por esa palabra del poeta,  quien se identifica y se convierte en el hermano de todos aquéllos que sufren el azote de la persecusión, con aquéllos que se encuentran confinados en los hospitales. El poeta se hace uno con el padre que ve asesinado a su hijo y a su esposa, con el anciano enfermo, que muere desposeído y sin nadie, con el obrero explotado:

Se brotó de arrugas

y debilitado

por la espesa niebla

del trabajo

cerró los ojos.

(“Vejez”,  p.  46 )

Otro aspecto de esta poesía es el intimismo, un intimismo y espiritualismo algunas veces alucinante:

Casi lo he sentido

por el polvo rugiente

de los vientos.

(“Terror”,  p.  4 )

 

El frío, el viento, arrasan este paisaje espiritual.  Vemos la soledad, sentimos el silencio, tocamos la tristeza.  Nos encontramos con la muerte:

y como cristales

que caen

anunciando la muerte.

(“Rostros”,  p.  41 )

 

A pesar de estas imágenes de un eterno invierno espectral,  nos hallamos ante esa imagen de la fuente que nos infunde optimismo cuando sentimos aproximarse a ese caminante que hace brotar el agua:

Vendrás con la espada

caminante

y se abrirán las fuentes

(“En el día de los lirios”,  p. 8 )

 

Y oímos esas voces que se unen y se llaman:

 

se alzan en forma de espuma

y rompen con el misterio

gigantesco del mar

( “Y esas voces“, p. 32 )

 

No, no todo es noche en la poesía de Alberto Cuadra Mejía:  de las tineblas emerge la luminosidad de un nuevo día.

 

 

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